La muestra está expuesta hasta el 17 de diciembre en la Casa Toni El Fuster-Fundación Schlotter, Altea
Una exposición diferente, ‘El grito contado’, que propone una llamada de atención transformadora y denuncia el mundo digitalizado donde el teléfono marca nuestras vidas, ha llegado a Altea. ‘El grito contado’ es una muestra interactiva, inusual y con un montaje distino de otras exhibiciones, que se puede visitar hasta el 17 de diciembre en la Casa Toni El Fuster-Fundación Schlotter.
Organizada por la Concejalía de Cultura, en colaboración con la Universidad Miguel Hernández y la Universitat Politècnica de València, esta muestra colectiva e interuniversitaria está comisariada por Chiara Carzan y Martíllopis. La original inauguración consistió en descubrir el contenido de la exposición a oscuras, solamente con ayuda de la luz del móvil.
«Es un muestra que da la importancia de contar otras historias, darles la vuelta, descubrir otras para inventarnos”, comentó la comisaria Carzan. La exposición ‘El grito contado’, permanecerá abierta en Casa Toni El Fuster de Altea, en horario de martes a sábado de 10:30 a 13:30 y de 17 a 20 horas. También se ha organizado para el último día un taller de ‘Lo colectivo de Artistas’ con motivo de la clausura de la exposición.
Más detalles de la inauguración
La inauguración de la muestra tuvo más sorpresas. Los comisarios, Chiara Carzan y Martíllopis, propusieron un reto. Las artistas Elia Torrecilla y Bibiana de Soledad tenían que contar un cuento y los espectadores debían de averiguar o imaginárselo con la ayuda de la linterna.
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Con una visibilidad nula por la oscuridad de la sala, los visitantes debían interactuar con las piezas, olerlas, palparlas y oirlas, como si de cuento se tratara. Porque los cuentos se cuentan, se escuchan, van de boca en boca… y a la luz del hogar, en este
caso de la tecnología, de la luz de los móviles.
“El hecho es que vivimos en un mundo digitalizado, donde las cosas se convierten en píxeles, el reloj, la radio, la linterna, el afinador, la lupa, la brújula todo se resume en píxeles, todo está en el móvil, somos, como dice Byung-Chul “phonosapiens”, señaló Martíllopis.
Denunció que el teléfono ha suprimido las cosas, y que, ya no somos nada sin él. Por eso, los comisarios quisieron invitar a los espectadores a convertir el móvil en linterna.
Además, se ofreció una performance muy atrevida. A petición de la artista ThamCasany, debían romperse los vasos que ella había embalado cuidadosamente en bolsas de plástico. El público tenía que chafarlos contra la tierra con rabia y decisión, para provocar el pensamiento y la risa.
«No solo el público ha tenido que contar un cuento si no que, en la exposición, se tocaba, penetraba o cambiaba el contenido de las obras propuestas. Lo mejor es ir a ver la exposición y vivirla”, concluyeron los comisarios.